domingo, 15 de julio de 2012

Mismos planes, distintas estategias


El ordenador es el andamio del siglo XXI: parida, genialidad, exabrupto, máxima...en cualquier caso, para mi, algo valioso. Y digo valioso, no por su valor como verdad ó por su tino, sino por las circunstancias en las que fue parida: madrugada del lunes en las que los recuerdos de un satisfactorio fin de semana aun humeaban cual choto reciente en mitad de la nieve comenzando a mezclarse con las perspectivas siniestras de la semana que venía para licuarse en un ajiaceite mental cuyo principal defecto y virtud es mostrar la realidad recién salida de la ducha, tan fría y tan en pelotas que asusta y es posible que fruto de ese miedo, como vómito inmunitario, imitando en cierto sentido al cuerpo que reacciona a algo desconocido, surgió aquella idea.
Hace un par de siglos ó algo menos, con aquello de la revolución industrial, las familias de ocho o nueve hijos que se las veían y se las deseaban para comer todos de un mísero terruño vieron en la capital una oportunidad de oro para que sus hijos fueran a labrarse un futuro, a ser hombres de provecho, ó bestias de carga como más bien se les percibía desde la ciudad: mano de obra robusta capaz de trabajar hasta la extenuación por cuatro cochinas monedas, bien echando paladas de carbón a los monstruosos ingenios ó construyendo factorías, oficinas, edificios...cargando palés de ladrillos...vamos un lujazo que compensaban parcialmente cuando después de treinta años podían granjearse una cafetera con ruedas con la que ir a fardar al pueblo, para que por lo menos otros vean riqueza en su miseria. ¡Madre mía! ¿A quién le podía importar lo que les pasara a esos animales? ¡Si no hacen más que venir de todos los agujeros de la campiña para mendigar un trabajo! Vamos, que si uno se parte en dos habrá cuatro que se peguen por ocupar su lugar, la leche.
Y así, a golpe de látigos (unas veces el látigo de la necesidad y otras el siniestro látigo del progreso) se construyo buena parte de esta maravillosa Europa en la que hoy vivimos con sus palacios, sus fábricas, sus oficinas, sus cadalsos...Pero afortunadamente alguien se cansó de que el mismo ó sus hijos hicieran de de mula de carga y decidió plantar cara a esta situación consiguiendo, tras muchos denuedos, que aquellos hermanos suyos que antaño vivían a cuatro patas pudieran erguirse y recuperar sus formas y derechos humanos.

Años después de todo esto, ya en la época que el barro cocido iba dejando su lugar a los unos y los ceros como pegamento que une las moléculas de la civilización, ocurrió que un señor se levantó un buen día después de una opípara cena, este señor después de dar cuenta de un no menos opíparo desayuno, se fue como de costumbre a pasear al parque cercano a su (efectivamente) opulenta casa y pensó en como podía mantener su magnífico tren de vida y al mismo tiempo rascarse los huevos, ó dicho de una manera aun menos políticamente correcta como puedo hacer que los demás curren por mi mientras yo vivo a cuerpo de rey; claro...los tiempos han cambiado, mangonear a la gente ya no es tan fácil como antaño, no obstante, estaba claro que aquel plan maestro tenía que girar en torno al combustible de la nueva sociedad: los unos y los ceros y (siguió pensando) para asentar mi imperio (estas grandes mentes encerradas en cuerpos obesos piensan a gran escala) habría que adoptar un modelo tradicional de negocio y...¿cual es el negocio que desde hace milenios sigue funcionando como el primer día? Justamente la prostitución: tú te abres de piernas ante todo el que esté dispuesto a pagar por ello, me das todo lo que consigas y a cambio te doy una limosna y “protección”: nota mental:”Conceptos abstractos, intangibles e incluso inexistentes son rimbombantes e inflaman los ánimos de las masas”. ¡El gordo se las sabía todas! y un lobo con piel de oveja (ó una nueva forma de explotación con piel de trabajo digno) se cernía sobre las primeras hornadas de informáticos imberbes y con gallos en la voz: la Consultoría estaba en marcha.
Ahí estaban, las bases asentadas y las aristas y bordes cortantes redondeados: “no les pongáis yugos, ponedles corbatas”, “no les pongáis camisetas sucias sino camisa, traje y zapatos”, “no les deis paletas y gavetas, sino ordenadores portátiles”, “no les tratéis como bestias, haced que se crean algo”, pero todo es cartón piedra, pura tramoya detrás del cual se camufla la realidad “trabajarán hacinados”, “encorvados sobre sus portátiles, sin levantar la cabeza de la pantalla”, “las horas del contrato serán algo orientativo, trabajarán lo que el proyecto exija”, “fechas de entrega absurdas, objetivos imposibles”, “azucarillos ocasionales para que no se les ocurra encabritarse”...y así desfilan por las calles de las ciudades, con sus corbatas, sus contracturas, su obesidad físicomental y sus portátiles los nuevos paletas del siglo XXI, siendo el pavimento sobre el que pisan aquel gordo y sus amigos y esperando sin saberlo un Mesías que les saque de su inconsciente miseria.